En el Día de los Derechos Humanos

La libertad, la justicia y la paz como pilares a los que apunta la Declaración Universal de los Derechos Humanos son en definitiva el motor de inacabables esfuerzos por lograr que los hombres y mujeres de todo el planeta vivan dignamente y desarrollen sus capacidades, en el marco de una sociedad donde el ser humano sea el componente más importante.

En este sentido, aunque se ha transitado un largo camino, avanzando considerablemente en la materia, la senda por recorrer es aún bastante larga y compleja. Han pasado sesenta años desde la proclamación de los Derechos Humanos y todavía somos testigos de guerras, corrupción, de atentados contra la vida y contra la libertad de expresión, de violencia en diversas formas, donde la pobreza es quizás la más violenta manera de negarle al ser humano los derechos que le son inalienables.

Aproximadamente 2,600 millones de personas en el mundo viven con menos de US$ 2 al día. Y si pensamos con detenimiento, llegaremos a la conclusión de que la pobreza resulta ser más que la escasez o privación de un ingreso, es un impedimento para el desarrollo del ser humano. En nuestro país, la mitad de la población es pobre y la brecha entre quienes mayores recursos económicos tienen y quienes menores ingresos perciben sigue acrecentándose, al margen de los acuerdos comerciales y de políticas que estimulan únicamente la inversión. Evidentemente existe un problema de distribución de la riqueza que no es abordado adecuadamente desde el Estado.

Adicionalmente, vivimos en un contexto global de cambio climático que demanda (y demandará) medidas de adaptación y mitigación muy costosas en términos económicos y –si no se toman a tiempo- más costosas en términos humanos. Con relación a este tema, el Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008 del PNUD es bastante claro al señalar que el cambio climático constituye una amenaza masiva para el desarrollo humano al mismo tiempo que mina los esfuerzos de lucha contra la pobreza. Este aspecto se torna más complejo todavía si tenemos en cuenta que la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, aceleradores del fenómeno de cambio climático, han sido generadas por los llamados países desarrollados. Nos encontramos entonces en una situación en la que pagaremos por un daño que no hemos creado, donde las personas de los países como Perú seremos las más perjudicadas (el Perú es el tercer país más vulnerable a los efectos del cambio climático).

Es en este panorama donde se hace vital entender y/o recordar que el derecho a vivir en un ambiente sano es tan elemental como el hecho de que todo individuo pueda opinar y expresarse libremente. Lo que hagamos por poner en práctica y por velar que se cumplan los treinta artículos de la Declaración Universal de los DD.HH resulta esencial para mejorar la calidad de vida de las personas.

Debido a esto, en Asociación Civil LABOR creemos que incorporar la gestión ambiental como elemento clave en todo proceso de desarrollo que aspire a ser sostenible es fundamental y forma parte del corpus de ideas implícitas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Asimismo, somos consientes de que la gestión ambiental en un país como el Perú implica inevitablemente la gestión de conflictos sociales, procesos de vigilancia y participación ciudadana, generación de propuestas de gestión ambiental y su implementación a escala local, regional y nacional, tareas con las que estamos comprometidos y que estamos seguros aportan a la mejora de la calidad de vida de las personas.

Finalmente, en este día tan especial, Asociación Civil LABOR saluda a todos los seres humanos del Perú y el mundo, aprovechando la oportunidad para reafirmar su compromiso por seguirconstruyendo juntos espacios sostenibles.